La visita del Papa Francisco a Brasil, que comienza el próximo lunes 22 y se extenderá por una semana, insumirá un gasto global –público y privado– de no menos de 160 millones de dólares, y a eso deberá agregarse el costo del formidable aparato de inteligencia y seguridad que se desplegará durante los días de permanencia del Pontífice en el país. "El número final total todavía es variable, depende de la cantidad de inscriptos", afirmó un vocero de la organización de la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará entre el 23 y el 29 de julio en Río de Janeiro.
Según el diario Folha de Sao Paulo, el 70% proviene de "donaciones de empresas privadas y de peregrinos". Aunque en Brasil el Estado no sostiene el culto católico y el gobierno se mueve con pies de plomo después de que la divulgación de los gastos en los que incurrirá para realizar el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 provocó una violenta ola de indignación, el gobierno correrá con el 30% restante y los gastos en comunicaciones y seguridad.
La alcaldía de Río de Janeiro aportará, entre otros servicios, una red de cobertura de salud, para lo que se abrió una licitación por hasta 4 millones de dólares. El Papa, que envió mensajes de austeridad y por ello se alojará en una habitación común en el arzobispado de Río, recibirá durante su visita el aporte de los sponsors privados de la Jornada: los bancos Itaú, Santandar y Bradesco, las alimenticias Ferrero y Nestlé, McDonald's y las transportadoras y agencias de viajes TAM y Havas.
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