lunes, 15 de julio de 2013

La insólita historia del delincuente que desnudó una interna policial. En junio fue detenido acusado de liderar una banda de piratas del asfalto, pero también era un informante de la Bonaerense al que se lo disputaban dos comisarías de Castelar.

Apenas unos pocos deben saber su verdadero nombre. La justicia lo conoce como Gustavo Javier Arín o Mariano Raúl Agro, aunque en las cárceles es conocido como "El Pelado", "El Diez" o hasta "Maradona", por su destreza con la pelota. Incluso, hay quienes dicen que lo apodaron así por su presunta habilidad en darle puntapiés a la cabeza de un preso en el trágico motín de Sierra Chica de 1996.

Lo cierto es que la banda del Pelado cayó detenida el 20 de junio y fue anunciada por el Ministerio de Seguridad Bonaerense como un gran golpe a la delincuencia. Lo que omitieron informar es que el sospechoso supo trabajar para la Bonaerense y hasta quedó en medio de una interna policial en Morón, cuando agentes de dos comisarías se disputaban a los buchones y los botines de los robos. 

Paradójicamente, a Néstor Godoy le dicen "Diente", pero le faltan tres piezas de la parte delantera. Mide 1,70, es flaco y moreno. Quien era servicio de calle de Castelar norte, Carlos Alfredo "El Chino" Maciel, lo apodó a Godoy como "El Uruguayo" porque había nacido del otro lado del Río de La Plata. 

En el 2006, el Uruguayo y el Pelado eran remiseros de la Agencia Iara, en Morón, donde los agentes de Castelar sur (Morón III) solían calentar la comida.

El 14 de diciembre de ese año, El Uruguayo y Agro fueron detenidos por El Chino Maciel cuando iban en un Peugeot 306 por la avenida Santa Rosa, al límite entre los partidos de Ituzaingó y Morón. Con el fin de engrosar las estadísticas o de tapar algún delito, el acta policial de la seccional de Castelar norte (Morón VII) sólo explicitó que fueron trasladados por averiguación de antecedentes. 

Tiempo después, El Uruguayo se quebró en la fiscalía de Morón y detalló que "Agro y el Chino se conocían de antes porque el Chino le había allanado la casa cuando vivía en Ituzaingó", y recordó cuando el policía le dijo a Agro: "¿Te acordás cuando te allané la casa y no pude encontrar la plata, y la tenías en el tacho de basura, guanaco?" 

Policía y ladrón se regocijaron por el reencuentro. "Hablaban como viejos amigos", agregó el remisero, que también hacía las veces de informante de los agentes. Esta coincidencia sirvió para que El Uruguayo, Agro y El Chino actualizaran sus contactos de Nextel.
Semanas más tarde, El Chino indujo al Uruguayo para que incluyera –falsamente– a cuatro delincuentes en un robo cometido el 10 de febrero de 2007 en su jurisdicción. El cuestionado agente policial quería las cabezas de "El Melli", "Jorge", "Darío" y "Mariano".

Las internas policiales entre las dependencias del sur y el norte de Castelar estaban a la orden del día y con esa maniobra, El Chino le pasó una factura a su par del sur, el oficial Alberto Figueroa, quien solía "trabajar" con estos cuatro sospechosos. Se rumoreaba que Figueroa se había quedado con 8500 pesos de un golpe perpetrado por estos ladrones, cuyo botín rondaba los 20 mil dólares, 10 mil pesos y un kilo en oro. 

Cuestiones del destino, o no, el 24 de febrero Agro cae detenido nuevamente, pero esta vez en manos del jefe de calle de Castelar sur, Alberto Casco. El sospechoso circulaba junto con otros dos hombres en un Peugeot 504 cuando lo interceptaron cuatro patrulleros. Ahora, le imputaban un robo cometido en Merlo y tenencia de un arma de guerra, y su estadía no iba a ser corta. 

Al no poder ubicar a Agro, El Chino le pidió al Uruguayo que fuera a averiguar si había caído en manos de sus camaradas del sur. La novia de Agro y El Uruguayo fueron a la seccional y, efectivamente, allí estaba el hombre que buscaban.

Decidido, Maciel le dijo a la pareja que iba para la Comisaría 3ª a "cambiar figuritas". Cuando El Chino llegó a la seccional se encerró en una oficina con otros cuatro policías. Desde afuera se escucharon gritos, insultos y golpes en el escritorio. 

Días después, en la estación de servicio Shell de Castelar, en Sarmiento y Zapiola, El Chino Maciel le presentó a la novia de Agro al abogado especializado en sacar presos, Silvio Cascella, quien se deshizo en promesas para obtener la libertad del imputado, aunque luego y como desprendimiento de esta investigación, se comprobó que Cascella no era realmente abogado y terminó también preso (ver recuadro).

Varias fiscalías de Morón comenzaron a investigar por separado las ocurrencias de estas dos comisarías. Por caso, a los instructores judiciales les llamó la atención que el celular de Agro haya demorado seis días en llegar a la UFI 6. El entonces capitán de Castelar sur, Carlos Genel, se escudó al indicar que eran efectos personales del detenido. 

Maciel fue echado de la fuerza por su vinculación con Agro y luego fue condenado a casi tres años de prisión por falsedad ideológica, encubrimiento agravado y omisión de sus deberes.
Una vez que El Chino quedó fuera de juego, el capitán Genel y sus hombres de confianza se mudaron a la comisaría de Castelar norte, una zona de mejor poder adquisitivo. 

Pero la fortuna de ellos no fue mejor. El jefe de calle, Casco, fue detenido en un espectacular operativo en 2008, luego de estar dos meses prófugo (ver aparte). El ex sargento Daniel Lencina, otro de los miembros de esta patota, fue echado al comprobarse que había ingresado a la fuerza con un pedido de captura vigente. 

Genel cayó detenido en octubre de 2009 por agentes de la SIDE en la casa de su novia, en Hurlingham, luego de eludir a la justicia durante casi un año. El capitán había arrojado varios adoquines al menos en cuatro oportunidades a la casa de la madre del camarista Fernando Bellido, quien había sido el fiscal que investigó y procesó a Genel por varios delitos. Finalmente, en junio, El Pelado "perdió" y nunca más volvió a salir.

El ex jefe de calle preso

El ex jefe de calle de Castelar Norte, Alberto Casco, había cambiado su aspecto y teñido de rubio el pelo oscuro y entrecano. Pero eso no fue suficiente cuando la policía lo detuvo el 21 de febrero de 2008 en una estratégica casaquinta de San Vicente, mientras dormía. Los agentes de la DDI de Morón debieron sortear dos grandes rottweiler que custodiaban al prófugo. Casco no se animó a disparar la escopeta que tenía a mano y cayó preso. 

Luego, fue condenado a más de diez años de prisión por apropiarse de la vivienda de Walter Balcarsa, a quien había detenido y acusado del crimen de Analía Agerre, en medio de una salidera bancaria en Merlo. El TOC 3 de Morón determinó que Casco se quedó con esa casa de Ituzaingó para desvincular a Balcarsa del caso. El falso abogado Silvio Cascella prestó sus servicios en favor de Balcarsa y su imputación se cayó en rueda de reconocimiento.

Cascella era el defensor preferido para los policías de Castelar Sur y Castelar Norte a la hora de hacerle algún favor a los delincuentes que caían en sus manos. La interna entre ambas seccionales quedaban a un lado con su participación, pero finalmente fue condenado a más de seis años de cárcel por tentativa de extorsión, tráfico de influencias, encubrimiento, falsificación de instrumento público y estafas reiteradas.

"No fue uno de los apóstoles"

Todos los que estuvieron presos en Sierra Chica en esa fatídica Semana Santa de 1996 se ufanan de haber tenido algún tipo de participación en la masacre de reclusos. Pero está claro que los Apóstoles, los cabecillas de la sangrienta revuelta, eran 12. Gustavo Javier Arín o Mariano Raúl Agro, estaba allí pero no fue uno de los Apóstoles, como la policía lo quiso vincular a fines de junio cuando cayó detenido. "'El Pelado' era un bicho. 

Él, como muchos presos, sólo quería vengarse de Carlos 'El Gordo' Gaitán, quien terminó descuartizado y en el horno del penal, pero no tuvo coraje para semejante masacre. No está entre los condenados, no custodió a los secuestrados. En el expediente no fue citado siquiera como testigo", explicó el periodista Luis Beldi, quien conoce cada detalle del motín y escribió un libro.

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