Un consorcio integrado por la estatal Petrobras, la anglo-holandesa Shell, la francesa Total y dos empresas chinas explotará Libra por 35 años. Calculan que en ese lapso el Tesoro recaudará 460.800 millones de dólares.
Brasil concedió la explotación de Libra, el mayor yacimiento petrolero submarino del país, a cuatro grandes empresas que se unieron a la estatal Petrobras para hacer una única oferta.
El grupo ganador está integrado por la francesa Total (20%), la anglo-holandesa Shell (20%), las chinas China National Corporation (10%) y China National Offshore Oil Corporation (10%), y Petrobras (40%), cuyo índice de participación estaba garantizado por ley, ganara quien ganara.
El consorcio que ganó el derecho a explotar el campo marítimo de entre 8 mil y 12 mil millones de barriles de reservas recuperables deberá entregar al Estado el 41,65% del petróleo excedente, es decir, del que sobra una vez descontados los costos de producción, lo que supone el mínimo exigido en las reglas de la subasta, que es la primera realizada siguiendo el modelo de producción compartida vigente desde 2010. Además de ceder parte de la producción, también pagarán un canon de unos 6900 millones de dólares.
La directora de la Agencia Nacional de Petróleo, Magda Chambriard, estaba exultante con el "éxito" alcanzado, dada la capacidad técnica y financiera de las empresas que integran el consorcio que explotará Libra durante 35 años. "El grupo tiene cinco empresas, la segunda, la cuarta, la séptima y la octava de mayor valor de mercado. Tres son estatales y dos internacionales europeas. Es difícil imaginarse un éxito mayor", agregó. La experta señaló que en esos 35 años el Tesoro recaudará unos 460.800 millones de dólares.
Si se tienen en cuenta los impuestos y la parte que corresponde a Petrobras –compañía que cotiza en bolsa pero pertenece al Estado–, el 80% de los ingresos petroleros quedará en manos públicas brasileñas, dijo Chambriard. Las autoridades brasileñas también valoraron la enorme inversión que supone la extracción de crudo en este yacimiento de aguas profundas del Atlántico, a 183 kilómetros de la costa de Río de Janeiro. Para desarrollar el área, las petroleras deberán invertir unos 46 mil millones de dólares, lo que incluirá la operación de 12 a 18 plataformas de gran porte y hasta 90 barcos de apoyo.
Se espera que Libra comience a producir en 2019 y que en un plazo de 15 años alcance la capacidad máxima de bombeo, de 1,4 millones de barriles diarios. A pesar de esas cifras estratosféricas, la licitación tuvo la oposición de trabajadores del sector petrolero y de grupos políticos de izquierda, que consideran que supone una privatización de la riqueza petrolera del país. En los dos días previos a la licitación, los tribunales rechazaron 24 demandas que exigían la suspensión de la subasta por su supuesta inconstitucionalidad o por otros diversos motivos.
Horas antes de la subasta, entre 200 y 300 personas protestaron en las cercanías del hotel de Río de Janeiro donde se realizó el acto, que estaba protegido por 1100 soldados del ejército y un cuerpo policial de élite.
Los manifestantes –que en un momento buscaron protegerse quemando un móvil de la TV Récord– fueron dispersados con gases lacrimógenos y balas de goma, que dejaron al menos ocho heridos. Las acciones de Petrobras aumentaron un 4,18% ayer, apenas minutos después de que la empresa estatal brasileña venciera, asociada con otros cuatro gigantes del sector, en la subasta por el campo submarino de Libra, el mayor de Brasil. Sólo cuatro minutos habían pasado cuando la acción preferencial de Petrobras, papel que tiene prioridad en la distribución de dividendos, subía en ese porcentaje llegando a 18,68 reales en la Bolsa de Valores de San Pablo.
A la misma hora las acciones ordinarias de Petrobras, con derecho a voto, avanzaban el 3,56%, cotizándose a 17,46 reales, un alza que según todos los analistas traduce la excelente recepción del mercado ante el resultado de la subasta. Todos admitieron, además, su sorpresa ante el hecho de que el grupo ganador tenga entre sus miembros, con el 20% cada una, a la anglo-holandesa Shell y a la francesa Total.
La CTA sigue creciendo porque los trabajadores siguen sin representación genuina. Estamos en medio de dos modelos sindicales, uno que protege las estructuras de los dirigentes y otro que viene desde abajo y construyen los propios trabajadores y la CTA está en condiciones de sintetizar eso. Venimos recibiendo a referentes de distintas empresas con diversas problemáticas. Esto es muy importante porque está en el marco de desarrollo de la Central en el sector privado, en este caso de la industria. Había compañeros de ENFER, que es una empresa que construye vagones de trenes en talleres. TAPSA, que confecciona las carrocerías de los micros. DANA, que realiza cajas, es una firma exportadora muy importante. Y a la vez recibimos a trabajadores del neumático.
