domingo, 11 de agosto de 2013

"El 80% de los desaparecidos en Río de Janeiro son de las favelas".

La muerte y la desaparición de personas están a la orden del día en la segunda ciudad brasileña, a pesar de la política de pacificación que pusieron en marcha las autoridades de cara al Mundial de Fútbol y las Olimpíadas.


En los últimos siete años y en plena democracia, Río de Janeiro registró más desaparecidos que todo el territorio argentino durante la dictadura. Aunque parezca increíble, el Estado carioca, con un total de 16 millones de habitantes, contabilizó casi 35 mil desapariciones desde el año 2007 a la actualidad. Y la cifra sigue creciendo.

El drama de la violencia a nivel estadual es registrado mes a mes por la propia gobernación de Río de Janeiro. Pero la información fue sistematizada por Río de Paz, una ONG fundada por el teólogo Antonio Costas, quien denunció la trágica situación de inseguridad a la que están sometidos los sectores más humildes de la población carioca. "La parte más rica de la ciudad tiene un patrón de seguridad europeo. El problema está en las favelas. El 80% de los muertos y desaparecidos son de allí", explicó Costas desde Río, en relación a las desigualdades sociales que experimenta el gigante latinoamericano y que se traducen, según él, en mayores niveles de violencia.

En diálogo telefónico con Tiempo Argentino, el teólogo defendió la pacificación de las favelas, pero también señaló los problemas que genera la corrupción estatal en el marco de ese proceso y detalló las estremecedoras prácticas que utiliza la policía para llevar adelante el asesinato y la desaparición de personas.

–¿Cómo llegaron a la cifra de que en los últimos siete años en Río hubo 35 mil desaparecidos?

–Esos datos son oficiales y fueron publicados en el sitio web del Instituto de Seguridad Pública (NdR: organismo dependiente de la gobernación de Río de Janeiro. Las cifras pueden consultarse en . Sólo que esa estadística no muestra todo el problema. El gobierno no tiene transparencia y tememos que muchas desapariciones se mantengan como tal en la estadística, aunque luego se sepa que se trata de un homicidio. También hay muchos casos de desaparecidos que no fueron registrados en las comisarías, entonces no hay una investigación abierta para saber cuántas de estas personas perdieron la vida. Lo mismo ocurre con el número de homicidios, que es mucho mayor al oficialmente divulgado. Esto es inaceptable en todos los aspectos, especialmente para este nuevo Brasil que emerge en las calles, que no tolera las prácticas del crimen ni el hecho de que el poder público no combata, esclarezca y sancione a los culpables.

–¿Cuál es la causa principal de las desapariciones?

–En realidad, son bien variadas. En primer lugar aparecen las luchas entre facciones criminales de las favelas. Segundo, lo que se llama el tribunal del tráfico, es decir, cuando alguien es juzgado y desaparecido o asesinado por la propia facción criminal. Y tercero, está la persecución policial contra aquellas personas que cometieron pequeños delitos, como ocurre con los fumadores de crack o con los pequeños robos. Es algo que está enquistado en la propia policía, que en algunos casos de desapariciones llega a utilizar una práctica terrible, también usada por los narcos, que ellos llaman "microondas". Sí, prenden fuego a la víctima para que no queden sus restos. Por otro lado, los cuerpos que no son quemados acaban en los muchos cementerios clandestinos que hay en la región, se lanzan a los animales o se disuelven con ácido.

–¿Esto solo sucede en las favelas o en otros puntos de la ciudad?

–Generalmente ocurre en las favelas. La parte más rica de la ciudad tiene un patrón de seguridad europeo, es decir, un buen patrón de seguridad. El problema es en las favelas. El 80% de las muertes y desapariciones en el Estado de Río de Janeiro ocurre allí. Lo mismo sucede, por ejemplo, en la Baixada Fluminense (NdR: una zona populosa de la ciudad, donde se registran altos índices de pobreza y violencia).

–¿Qué opina sobre el proceso de pacificación de las favelas?

–La pacificación de las favelas fue lo mejor que ocurrió en la historia de la seguridad pública de Río de Janeiro, porque finalmente se quebró el dominio territorial armado. Sin embargo, dependemos de una policía que enfrenta serios problemas: una policía corrupta, mal seleccionada, mal preparada y mal formada para hacer su trabajo. Además, tenemos dos policías: una policía que está en las calles y otra que está en las favelas. Esas dos policías se enfrentan constantemente, como si fuesen Boca y River. No cooperan una con la otra. De todas formas, creo que el problema mayor es la desigualdad social. Porque Brasil, que es la sexta economía del mundo, es también uno de los países más desiguales del planeta. Y la desigualdad social, en una sociedad de consumo como la nuestra, genera violencia. El problema es de raíz y sólo se solucionará con trabajo digno, educación y distribución de la riqueza. Porque la mayor parte de la población humilde no está con el crimen. Al contrario, trabaja duro.

–Con el proceso de pacificación también se dio lugar al ingreso de las milicias, es decir, aquellos grupos paramilitares formados por agentes o ex agentes de la policía que tomaron el control de la seguridad en las favelas. ¿Cómo funcionan?

–De cierta forma, se puede decir que las milicias son peores que el narcotráfico. Porque ellas tienen connivencia con el poder público, con miembros del Parlamento, con policías retirados y policías en actividad. Por lo tanto, tienen connivencia estatal. Las milicias son una evolución, más estructurada y poderosa, de los llamados grupos de exterminio que surgieron en los años '70 y que, valiéndose de la extorsión, la tortura y el asesinato, exigen ser pagados para garantizar la seguridad en los barrios bajo su dominio. Esas milicias fueron ampliando su cartera de negocios y ahora ya controlan en muchos lugares el tráfico de drogas y la distribución ilegal de servicios como el transporte, el gas, la televisión por cable o Internet.

–Los datos oficiales también indican que en los últimos siete años hubo 5000 muertos en enfrentamientos con la policía de Río. ¿Son muertes por represión? ¿Cómo debe interpretarse esa estadística?

–En general, esas muertes son producto de operativos policiales en las favelas. El problema es que gran parte de ellas podrían ser evitadas, porque la experiencia muestra que muchas de esas muertes son producidas cuando el delincuente ya está rendido o ya fue atrapado. «


El simbólico caso de amarildo, el albañil de rocinha


El drama de las desapariciones en Río de Janeiro tomó estado público hace sólo algunas semanas, cuando un grupo de organizaciones sociales comenzó a denunciar la desaparición de Amarildo de Souza, un albañil de la mítica favela Rocinha que fue detenido el pasado 14 de julio por la Unidad de Policía Pacificadora (UPP). Desde entonces, su familia comenzó a buscarlo bajo una consigna clara: "¿Dónde está Amarildo?"

Ante la pregunta, las autoridades políticas se mantuvieron en silencio durante largo tiempo. El gobernador Sergio Cabral recibió a la familia del trabajador desaparecido recién diez días después de que se conociera el caso y desestimó las denuncias contra la policía militar. "Es prematura cualquier tipo de acusación", dijo el funcionario, que así rechazó las palabras de la secretaria nacional de Derechos Humanos, María do Rosario, quien había apuntado contra las fuerzas de seguridad que custodian las favelas.

La investigación quedó a cargo de la división Homicidios de la Policía Civil. Según la pesquisa, de las 84 cámaras que están instaladas en la Rocinha, justamente las dos que filman la comisaría de la UPP dentro de la favela –donde fue detenido Amarildo– no funcionaban al momento de su desaparición. La policía militar, por su parte, asegura que el albañil salió caminando de la comisaría, algo incomprobable sin la existencia de las grabaciones.

La ONG Río de Paz anunció que se seguirá movilizando en la Rocinha y en otros puntos de la ciudad hasta que esclarezca el caso. Sin embargo, pocos confían en que Amarildo esté con vida. Por eso, sus familiares ya no se preguntan dónde está, sino quién lo mató.

No hay comentarios:

Publicar un comentario