viernes, 9 de agosto de 2013

El INTI avanza en el desarrollo de objetos que benefician la calidad de vida de personas con discapacidad.

A los 87 años el ingeniero Rafael Kohanoff lleva adelante un exitoso programa en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que desarrolla objetos para personas con discapacidad en el que puso "el espíritu emprendedor privado al servicio de lo social".


"Una de mis observaciones era que desde la ciencia y la técnica se contribuyó al desarrollo de la humanidad, pero no desde la perspectiva de los más necesitados sino al servicio de la competitividad. Es decir, el desarrollo tecnológico lo pagan las empresas para ganarle al otro".

Convencido durante más de cinco décadas de que "el crecimiento iba a traer por sí sólo equidad", cuando promediaba los 70 años se replanteó esta premisa y concluyó en que "para lograr que mejore la situación de las personas más vulnerables hay que tomar medidas muy concretas y específicas".

Fundador de más de diez exitosas empresas privadas, ex presidente de la Confederación General de la Industria (CGI), ex ministro de Promoción Social y de Industria y Comercio porteño, Kohanoff se acercó al INTI a realizar la propuesta.

"Pensé en el INTI porque éste era un trabajo que sólo se podía hacer desde el Estado. En 2005 fundamos el primer Centro de Tecnologías para la Discapacidad en el organismo y desde allí comenzamos a trabajar intensamente en diferentes líneas", afirmó.

Kohanoff relevó la situación de la Argentina, donde el porcentaje más elevado es el de la discapacidad motriz. "Hicimos una lista de 10 o 12 objetos y nos planteamos si todo el mundo tenía acceso. Y lo que vimos fue que en el interior las personas más pobres no lo tenían. Con lo cual pensamos: 'aquí está la oportunidad'".

El plan era simple: hacer en el INTI los planos y manuales de sillas de ruedas, andadores, bastones, etc. y regalarle la tecnología a las pymes para que se instalen en todo el país; así, de paso, se fomentaba a la pequeña empresa.
"Comencé a hablar con algunos conocidos que me abrieron los ojos: pobres, discapacitados y del interior, nadie se va a meter en ese negocio. Entendí que tenía que hacerse todo en el Estado y pensé en las escuelas técnicas, porque es un ámbito de aprendizaje, de solidaridad, generoso y que no está viciado por el egoísmo",
reflexionó.


Así surgió el acuerdo con el Ministerio de Educación de la Nación y el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) y dieron origen al "Programa Productivo, Tecnológico y Social de Construcción de Dispositivos de Ayuda para la Discapacidad".

Entre los más de 40 desarrollos que el programa lleva realizados, el ingeniero contó el caso del aro magnético, un dispositivo que se instala en un espacio que puede ser desde un aula hasta un teatro y que permite a las personas que utilizan audífono poder escuchar sólo lo que quieren, y no el sonido ambiente ya que en lugares concurridos, el audífono potencia también el "barullo".

"Cuando nos lo pidieron no teníamos ni idea, salimos a comprarlo para ver de qué se trataba y encontramos que casi nadie lo vendía. Investigamos y nos dimos cuenta de que era un circuito muy elemental y que armarlo nos salía unos 200 pesos", contó.

Y entonces la rueda comenzó a girar: se hicieron los planos y los manuales, se contactó de nuevo a las técnicas de los lugares donde se pidieron los aros, se capacitó a los alumnos en un día y al día siguiente se hicieron las instalaciones. Este trabajo se ya se realizó en 230 escuelas de 18 provincias.

La lista de ejemplos se extiende y los productos van desde lo más elemental, como la creación de un dispositivo para apoyar bastones o un calzador de zapatos, hasta el diseño de un circuito de aparatos que costó 70 mil pesos para la rehabilitación de niños con parálisis cerebral, que cumple la función de un equipo suizo que sale 700 mil euros.

"En la salud se hacen cosas cada vez más caras, buenísimas, pero muchas veces alejadas de las posibilidades de los más pobres. Lo que nosotros demostramos con este programa es que cuando la mirada está puesta en la necesidad y no en el negocio, las soluciones pueden ser más simples", reivindicó.

Además del reconocimiento en el Senado de la labor de Kohanoff, el programa fue destacado a mediados de julio por la Organización Panamericana de la Salud por "permitir que un mayor número de personas, especialmente con discapacidades, accedan a tecnologías que pueden mejorar su calidad de vida".

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