En el quinto día de su visita a Río de Janeiro, el papa Francisco encabeza un Via Crucis en Copacabana, una de las playas más famosas de Brasil, que será una metáfora de los problemas actuales de la juventud. Al dar inicio pidió a Dios: "Concede lo necesario para que brillen los rostros de los jóvenes".
Más temprano, el Papa rezó el Ángelus ante una multitud. Lo hizo desde el balcón del palacio San Joaquín. Antes se había reunido con jóvenes reclusos y había confesado a cinco chicos.
La agenda del día del Papa comenzó a las 7.30 con la misa privada en la residencia de Surame, en Río de Janeiro.
Hacia las 10, el Pontífice confesó a cinco jóvenes en el parque de la Quinta de Boa Vista, cerca de su residencia. Fue en confesionarios al aire libre diseñados espacialmente para la jornada. Allí escuchó la confesión de tres brasileños, un venezolano y un italiano, que salieron sorteados.
Luego se reunió con jóvenes reclusos, en el palacio arzobispal de San Joaquín. Esta reunión fue de carácter confidencial para preservar la intimidad del encuentro, que se realizó en una habitación cerca de la entrada del palacio y participaron también algunos asistentes de los reclusos.
Durante el día de ayer, el Papa visitó la capilla de la favela Varginha, en una zona desplazada y marginada de Brasil, y recibió las llaves de la ciudad de Río de Janeiro. Además, mantuvo un encuentro con decenas de miles de jóvenes argentinos a los que les encomendó "hacer lío".
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