martes, 10 de septiembre de 2013

El gobierno inauguró la nueva sede de la Secretaría de Cultura en Villa 21. Allí se dictarán talleres a la comunidad. Se anunció obras sanitarias que benificiarán a 12 mil personas.



En el corazón de la Villa 21 de Barracas, la presidenta Cristina Fernández inauguró ayer la Casa de la Cultura –un centro cultural donde también funcionará la Secretaría de Cultura–. En el acto, rodeada de dirigentes sociales y de los candidatos que integran las listas del kirchnerismo porteño, resaltó la importancia de lograr "armonía" en la política: "Todos los dirigentes políticos tenemos que lograr la armonía, que es lo más difícil de alcanzar; serenidad, paz y mucha voluntad de hacer por los demás." En ese marco, también anunció la firma de un convenio con Aysa para realizar obras de agua potable y cloacas para 12 mil habitantes del barrio. 

Mientras los últimos rayos de la luz de la tarde entraban al centro cultural por un inmenso vitraux, la mandataria dio un discurso centrado en cuestiones sociales y vinculadas a la cultura, y se mostró por primera vez con todos los candidatos kirchneristas para la Ciudad: los postulantes a diputados y senadores nacionales, que lideran Juan Cabandié y Daniel Filmus respectivamente, y el primer candidato en la lista a legisladores, el ex canciller Jorge Taiana .

"No voy a hablar de inclusión social, prefiero hablar de armonía social y de paz social, porque tenemos que lograr que el otro, el que no tuvo las mismas posibilidades, no se sienta discriminado por haber nacido en tal lugar o por tener un color de piel", definió la presidenta. Acto seguido, anunció –en un claro gesto simbólico– que la Secretaría de Cultura mudará sus oficinas de la Avenida Alvear, en el coqueto barrio de la Recoleta, a la nueva Casa de la Cultura de la Villa 21, sobre la Avenida Iriarte al 3500. Será, entonces, el primer edificio público que funcione en una villa de emergencia.

El centro cultural ocupa más de 1500 metros cuadrados y –en una construcción conjunta de la secretaría, organizaciones sociales y parroquiales, y los ministerios de Trabajo y de Planificación– demandó una inversión de 20 millones de pesos. En la entrada, una placa recuerda el nombre de los obreros, todos del barrio, que participaron de la construcción.

Pasadas las cuatro de la tarde, la presidenta llegó a Barracas. Acompañada por ministros y funcionarios, recorrió la muestra permanente con obras de León Ferrari, Adolfo Nigro y Adriana Lestido, entre otros artistas que hicieron donaciones para que el centro cultural tuviera patrimonio propio, y visitó las tres aulas equipadas para dictar talleres y hacer proyecciones, y el espacio multimedia de archivo y documentación. Allí, se dejó entrevistar por un alumno del taller de periodismo. Además, el artista Horacio Sánchez Fantino le regaló una réplica del enorme mural que se luce en la planta baja del centro, un mapa exacto y brillante de la villa hecho con miles de pedacitos de lata, en el que también trabajaron durante un año los chicos del barrio
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Mientras, afuera, murgas y bandas animaban a los que se acercaban para ver la inauguración, los padres José María "Pepe" Di Paola y Lorenzo "Toto" de Vedia les pidieron a los presentes rezar juntos el "Padre Nuestro". La jefa de Estado tomó las manos del secretario de Cultura, Jorge Coscia, y de Nidia Zarza, la directora, y rezó junto a las 300 personas que estaban en la sala. "¡Qué lindo sería si el Papa Francisco estuviera hoy acá!", dijo el padre Pepe. Recordó el legado del padre Mujica y resaltó que el centro cultural contribuye a que la villa deje de ser el "patio trasero" de la Ciudad. A su turno, el padre "Toto" levantó la imagen de la Virgen de Caacupé (oriunda de Paraguay) que quedará en la sala.

Interpelada por la intervención de los dos curas villeros, Cristina reflexionó sobre los nexos de la religión y la política: "Los milagros existen y hay que rezarle a Dios y a la Virgen, pero además tenemos que arremangarnos y laburar todos los días para poder conseguir estas cosas." Después, retomó la idea del "milagro" del padre Pepe. "Lo escuchaba mencionar a los padres villeros que estuvieron acá y que le gustaría que Francisco estuviera acá, y yo le digo que todos ellos están presentes, porque esto es un milagro, pero es un milagro que hemos hecho nosotros, los seres humanos", sostuvo.

Desde el auditorio la escuchaba Víctor Ramos, hijo del historiador y dirigente político fallecido Jorge Abelardo Ramos. La presidenta lo saludó desde el escenario y aprovechó para contar una anécdota de 1973 que fue interpretada por el auditorio a la luz de la coyuntura política. Contó que en las elecciones presidenciales convocadas tras la renuncia de Héctor Cámpora votó al Frente de Izquierda Popular (FIP), conducido por Abelardo Ramos, que presentaba su propia boleta pero encolumnada con la fórmula Perón-Perón. Después, en broma, dijo que la confesión le costaría "la excomunión del partido peronista y la tarjeta roja del Consejo Nacional". Pablo Ferreyra, hermano de Mariano y candidato a legislador porteño por Alternativa Popular –el espacio del kirchnerismo de izquierda que se presentará en las próximas elecciones–, celebró la anécdota desde el escenario.

En otro tramo de su mensaje y después de firmar un contrato con la empresa Aysa para que 12 mil vecinos tengan agua potable y cloacas, la jefa de Estado admitió que el barrio "tiene necesidades muy importantes", en referencia a la infraestructura precaria pero también a los episodios de violencia y a los efectos de la droga. Ayer, la muerte de Kevin, un nene de nueve años, en medio de una balacera, conmovía a los habitantes de la villa (ver pág. 34). "Veía a los jóvenes haciendo cosas vinculadas con la cultura. Haciendo cosas, no haciendo 'huevo', eso me parece lo más grande porque aleja de todas las cosas malas y de todas las cosas que tanto nos entristece ver cuando suceden", sostuvo.
Cuando terminó la inauguración, un show de fuegos artificiales irrumpió en esas cuadras de Barracas. La presidenta salió del centro cultural y subió al escenario montado en la calle para saludar a los militantes que habían participado de la jornada. Al despedirse, usó una de las consignas que en el último año se convirtió en la insignia de su gestión: "La patria es el otro." 



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