Luego de ese cambio los estudiantes galos asistían como promedio 144 días al año a la escuela, contra 187 en el resto de los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.
Según el ministro de Educación, Vincent Peillon, la concentración del contenido académico en tan poco tiempo causa fatiga en los alumnos y disminuye el rendimiento.
Una encuesta mundial del Programa Internacional de Investigación de Lectura Escolar, realizada en 2011, puso a Francia en el lugar 29 de 45 países analizados, muy por debajo de la media europea.
Además, una encuesta divulgada la víspera reveló que el 58 por ciento de las personas consideran insatisfactorios los resultados del sistema nacional de educación y la formación de los docentes.
Las autoridades afirman que el retorno a la semana de cuatro días y medio permitirá distribuir mejor los programas y combinar las horas de clases con actividades extras, de tipo cultural, deportivo o recreativo.
Uno de los puntos más polémicos de este cambio es que ese tipo de iniciativas estará a cargo del presupuesto de las comunas y en algunos lugares se cobrará directamente a los padres de familia.
Para este curso 2013-2014 el ejecutivo creó siete mil nuevas plazas de maestros, como parte de un proyecto de incrementar en 65 mil el número de educadores hasta finales de 2017.
También se abrieron 30 centros de perfeccionamiento para los docentes con el propósito de mejorar su calidad.
De igual forma, las autoridades relanzarán la escolarización precoz para niños de dos años en zonas desfavorecidas, un programa afectado por la reducción de personal aplicada durante el gobierno de Sarkozy.
En total 842 mil educadores atenderán a 6,7 millones de alumnos de primaria, 3,3 millones en secundaria y 2,13 en bachillerato o preuniversitario.
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