lunes, 19 de agosto de 2013

La Curia comienza a resistir las decisiones del Papa Francisco: Bertone no renunciaría.

Según el rumoreo de los pasillos vaticanos, Tarcisio Bertone pide con insistencia ocupar cargos estratégicos, pese a que ya le aceptó la renuncia el Papa Bergoglio.

Una mujer lee un periódico con la noticia de la elección del nuevo papa, el cardenal jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que adoptó el nombre Francisco y es el primer pontífice latinoamericano de la historia de la Iglesia Católica. (EFE) 

Jorge Bergoglio está empleando una buena parte del verano, sin vacaciones, en preparar dos “reformas radicales” inmediatas en las que se juega en buena parte su credibilidad como gran renovador y fundador de un nuevo modelo de Iglesia. Un cambio profundo en las estructuras y los dirigentes de la Curia Romana fue uno de los pilares de su elección como Papa.

Durante las reuniones cotidianas antes del Cónclave que eligió el Papa se fortaleció firmemente la sensación de que el argentino era el líder encargado de sacar a la Iglesia del pozo de desprestigio por una oleada sin precedentes de escándalos y entre otras cosas por el fracaso del pontificado de Benedicto XVI, que no había podido controlar las luchas entre las facciones.

La figura más importante y desprestigiada que simbolizaba este momento sombrío es, precisamente, la del cardenal Bertone, defendido a capa y espada por Benedicto XVI.

A la imprescindible reforma a fondo del gobierno central de la Iglesia se agrega la necesidad de embestir los grandes institutos financieros vaticanos. En primer lugar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Papa, con una historia de escándalos y maniobras financieras irregulares, que se extienden a otras instituciones, como la Administración del Patrimonio Apostólico, APSA.


Tras la renuncia en febrero de Benedicto XVI, el cardenal Bertone se jugó el todo por el todo y se hizo reelegir por cinco años como presidente de la comisión de Vigilancia cardenalicia del IOR por el ya vencido Joseph Ratzinger, sin esperar la elección del nuevo Papa. Un hecho moralmente irregular.

Bertone se vio por última vez con Francisco el jueves cuando el Papa estuvo en la residencia de Castelgandolfo para la misa de celebración de la Asunción de la Virgen. Bertone habría sugerido, en un almuerzo, su permanencia en este cargo en el IOR.

La prensa italiana anunció que, en setiembre, Bergoglio quería aceptar la dimisión presentada por Bertone, que está por cumplir 79 años, cuatro más de los que marca el rito canónico.

La salida del Secretario de Estado es un acontecimiento, pero mucho más si también el Papa lo quita del IOR, porque Bertone dominó la vida del banco y los escándalos siguieron aunque él sostiene que la “purificación” se inició “antes del pontificado de Francisco”.

En tanto, una complicación se ha perfilado en las últimas semanas, después que el diario Il Giornale –de la familia Berlusconi– disparó con munición gruesa contra la consejera vaticana Francesca Immacolata Chaouquí, de 30 años, que Bergoglio nombró en julio en una de las comisiones encargadas de vigilar las finanzas del IOR.

Chaouqui es acusada de haber escrito varios tuits, antes que de Bergoglio fuera elegido pontífice, que explotan ahora como cartuchos de dinamita. Uno de ellos califica a Bertone como “corrupto”.

En otro tuit firmado por Chaouqui se afirma que “Benedetto XVI padece leucemia”. Ella negó haber escrito los tuits que le atribuyen y confirmó que había cerrado su cuenta en Twitter.

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