El giro político del titular de la Cámara de Representantes podría generar un quiebre en el seno del partido republicano, ya que el ultraconservador Tea Party no está dispuesto a acompañar el proyecto del mandatario demócrata. El presidente Barack Obama, en tanto, volvió a cargar sobre la oposición para que apruebe de una vez el Presupuesto y permita reabrir los organismos estatales que debieron cerrar el 1 de octubre al quedarse sin fondos para su funcionamiento. "El pueblo estadounidense eligió a sus representantes para que le haga la vida más fácil, no más difícil", bramó.
"Boehner siempre ha dicho que Estados Unidos no va a entrar en suspensión de pagos, pero que si vamos a elevar el límite de la deuda, tenemos que hacer frente a sus causas y al déficit", aseveró Michael Steel, vocero del titular de la bancada republicana en la Cámara Baja. La frase buscó tranquilizar al sector financiero, que en los últimos días se distanció del bando conservador con inusitada rapidez, pero dejó cierta inquietud entre los demócratas, ya que esa posición no es mayoritaria dentro de la oposición.
De hecho, para que se cumpla lo que Boehner prometió, tendría que violar la llamada "regla Hastert", una norma tácita de los republicanos en honor al ex líder de bancada Dennis Hastert (1999-2007) por la que el presidente de una cámara legislativa solo presenta sobre tablas los proyectos que tienen el aval de la mayoría de los representantes del partido. Las cuentas de Boehner marcan que con la minoría republicana y todos los votos demócratas, el gobierno podría tener la ley que le permita no quedar en default el próximo 17 de octubre.
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